Estrés: factores protectores

Al hablar sobre la vulnerabilidad ante el estrés, nos referimos al grado de susceptibilidad de los sujetos a sufrir las consecuencias negativas de este. Preferimos enfocar esta susceptibilidad en términos de perfiles de riesgo y de seguridad. Al predominar los factores vinculados con el perfil de riesgo, aumenta la susceptibilidad y por ello se es más vulnerable a los efectos dañinos del estrés.

Por: Dionisio F. Zaldívar Pérez
Según la visión de Holahan y moos, los factores de riesgo y de seguridad pueden describirse de la manera siguiente:

Factores de riesgo: Incluyen aquellos aspectos personales o situaciones en la vida de los individuos que están asociadas con un aumento en la probabilidad de sufrir los efectos del estrés y enfermar.

Factores protectores: Se definen como aquellas características personales o elementos del ambiente, o la percepción que se tiene sobre ellos, capaces de disminuir los efectos negativos que el proceso de estrés puede tener sobre la salud y el bienestar.
Enfocado el asunto desde esta perspectiva, los factores protectores al aumentar la tolerancia ante los efectos negativos del estrés, disminuirían la vulnerabilidad y la probabilidad de enfermar.
Así, en la valoración del nivel de vulnerabilidad, tendremos en consideración los siguientes factores, que de acuerdo a su dirección (positiva o negativa), conforman un perfil de seguridad o de riesgo, estos son:

Estilo de Vida: Por estilo de vida queremos denominar de una manera genérica, aquellos patrones cognitivos, afectivos-emocionales y conductuales que muestran cierta consistencia en el tiempo, bajo condiciones más o menos consistentes y que pueden constituirse en factores de riesgo o seguridad, dependiendo de su naturaleza.
Los estudios epidemiológicos han mostrado la relación existente entre el estilo de vida que las personas exhiben y el proceso salud-enfermedad. Un estilo de vida saludable constituye un importante factor en la configuración del perfil de seguridad.
Al hablar de estilo de vida saludable, nos referimos a comportamientos que disminuyen los riegos de enfermar, tales como: un adecuado control y tratamiento de las tensiones y emociones negativas, un buen régimen de ejercicios, sueño y distracción; el control y la evitación del abuso de sustancias como la cafeína, nicotina y alcohol; una correcta distribución y aprovechamiento del tiempo, etc.

La autoestima: Es el juicio personal de valía, que es expresado en las actitudes que el individuo adopta hacia sí mismo. Distintos autores coinciden en cuanto a la relación existente entre el nivel de autoestima y la tolerancia al estrés; esta relación se vincula con la incidencia que tiene la autoestima sobre algunas de las variables que reflejan el tipo de transacción que los sujetos mantienen con su ambiente y la respuesta de ellos a determinadas y exigencias; así como con la posibilidad o expectativas de control de los contextos o situaciones de estrés.
El nivel de autoestima del sujeto, matiza el tipo de respuesta y de afrontamiento que presenta en situaciones de estrés.

El control: Es una de las variables más importantes en cuanto al manejo de las situaciones de estrés. Tener o percibir algún control sobre las situaciones o eventos estresores, aumenta el grado de tolerancia al estrés y reduce la severidad de sus efectos negativos.
Los sujetos que se perciben como portadores de una baja capacidad de control del medio, suelen ser más vulnerables en su afrontamiento a los eventos estresores.
El concepto desarrollado por Rotter de locus de control, para referirse a las atribuciones de causa que las personas hacen en relación con determinados resultados, es ampliamente utilizado en la evaluación de esta variable.
Los sujetos con un locus de control externo, atribuyen los resultados obtenidos a fuerzas externas que están fuera de su control; mientras que los sujetos con un locus de control interno, establecen una relación directa entre sus comportamientos y los refuerzos y resultados que obtienen.

El afrontamiento puede ser considerado como un mediador de la reacción emocional frente a situaciones estresoras; incluye tanto, mecanismos de defensa clásicos, como diversas conductas o estrategias para enfrentar los estados emocionales negativos; solucionar problemas, disminuir la activación fisiológica, etc.
Según se ha señalado, las principales funciones del afrontamiento son:

  1. Intentar la solución del problema
  2. Regular las emociones
  3. Proteger la autoestima
  4. Manejar las interacciones sociales.
El tipo de afrontamiento (centrado en el problema o centrado en la emoción) en sí mismo no resulta bueno ni malo, sino que depende de su correspondencia o pertenencia al contexto y la situación Cuando esto no es así aumenta la vulnerabilidad y las posibilidades de enfermar. Lo importante es que el sujeto desarrolle una actitud ante los problemas y situaciones estresoras que lo lleven a buscar, en cada caso, aquella manera de afrontarla de la forma más realista de acuerdo con las demandas de ajuste que se requieran.

Apoyo social: Desde los trabajos de Holmes y Rahes, se ha acentuado el valor de los contactos sociales positivos como elemento protector para el ser humano. De manera particular se ha investigado y demostrado el papel protector del apoyo social ante situaciones de estrés.
Eyes ha planteado que el apoyo social consiste en la información y recursos que ofrecen otras personas del entorno que minimizan la percepción de amenaza, maximizan la percepción actual de control y facilitan la acción directa y anticipatoria de los modos de comportamiento.
En resumen, el apoyo social actúa como un importante modulador del estrés, su presencia y su percepción aumenta la sensación de control y dominio ante situaciones estresoras, ofrece una guía y orientación para la acción, contribuye a identificar recursos personales y sociales y ofrece retroalimentación sobre conductas que mejoran la competencia personal.

Fortaleza personal: Entre las características que se han considerado como importantes en el aumento de la tolerancia al estrés, está la fortaleza personal, a la que algunos autores se refieren como personalidad resistente y también como resiliencia.
En el concepto de fortaleza personal, se consideran aspectos tales como: grado de compromiso que los sujetos asumen con lo que emprenden, la tendencia a evaluar las dificultades como reto, como algo que pone a prueba sus capacidades y no como una amenaza; el sentimiento de control sobre las propias circunstancias y la tendencia a enfocar los problemas de forma realista y con optimismo, centrado en la acción y la búsqueda de alternativas variadas de posibles soluciones.
Como factores de importancia que contribuyen a la fortaleza personal, se han de considerar los vinculados con el sistema de valores y creencias del sujeto y su cosmovisión, que le posibilitan enfrentar con firmeza y optimismo las dificultades y situaciones estresoras.
Así un perfil de seguridad quedaría configurado por la siguiente composición de factores protectores:

  • Estilo de vida saludable.
  • Autoestima positiva adecuada.
  • Sentimiento de control, expresado en un locus de control interno.
  • Estilo de afrontamiento caracterizado por el uso de estrategias de afrontamiento constructivas, adecuadas a las demandas y a los contextos específicos.
  • Red de contactos sociales que posibiliten la percepción de disponer de los apoyos necesarios en casos de dificultades.
  • Adecuado nivel de fortaleza personal, expresado a través de características como el compromiso, el reto, el control y la expresión de un optimismo sano y realista.
  • La tenencia de un sistema de valores y creencias que posibiliten afrontar con firmeza y tenacidad las dificultades de la vida.
Por supuesto que no tener todos estos factores, presentes en su máxima intensidad, no significa que el sujeto no tenga un perfil de seguridad, lo importante es la tendencia positiva con la cual se expresan estos factores, la expresión de una tendencia negativa configuraría un perfil de riesgo. Incrementar nuestra resistencia al estrés, equivale al incremento de los factores protectores y la reducción de nuestra vulnerabilidad, el saldo bien vale el esfuerzo...
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